jueves, 4 de agosto de 2016

Historia de la orden Cisterciense
El movimiento monástico Cisterciense nace en Francia a comienzos del siglo XI (1098),
 cuando un grupo de monjes del monasterio Cluniacense de Molesmes, abandona
 su comunidad para formar una nueva, en la localidad de Citeaux (Cister), al frente
 de ellos el abad Roberto, pretende restaurar la estricta Regla de San Benito de Nursia
, que en el año 545 había fundado la orden de los Benedictinos. La nueva orden se basa
 en los principios de abandonar todo signo externo de riqueza y en el propio trabajo para 
conseguir su subsistencia, será el famoso "ora et labora"que distinguirá a los monjes del Cister. 
El abad Roberto es obligado por el Papa a regresar a su comunidad, y será su sucesor,
 Alberico, el que consiga el reconocimiento de la orden por el Papa Pascual II. 
Por último el tercer abad Esteban Harding, promulga laCarta de Caridad que 
recoge las normas por las que se regirán todas las comunidades de la orden y funda
 las comunidades de La Ferté, Pontigny, Morimond y Claraval que serán las
 casas madre del resto de los cenobios cistercienses posteriores. En 1113 comienza
 la expansión de la orden en Francia. Será Bernardo de Claraval el sucesor 
de Esteban el que favorezca la expansión de la orden primero en Francia y
posteriormente al resto de Europa.
A la muerte de Bernardo en 1153, prosigue la expansión de la orden aunque
 con menos intensidad, pasando de trescientas cincuenta abadías a alrededor
 de seiscientas cincuenta en 1250. La orden refuerza su presencia fuera de 
Francia, en países, como Inglaterra, Alemania, Italia y la península Ibérica, 
Grecia y Oriente Medio. El vigor inicial de Claraval es sustituido por 
Morimond y Citeaux esperará hasta la segunda mitad del siglo XIII para
 crear nuevas abadías como Royaumont o L'Épau. A partir de 1200, se 
añade la proliferación de casas femeninas, con la creación de numerosas
 filiales de Tart y Las Huelgas, llegando a contar con mas de cuatrocientas
 abadías a finales del siglo XIII.
En estos cien años se producen factores que supondrán una 
desestabilización de la orden, unos internos como el crecimiento
 en número de abadías y su dispersión territorial, además de la 
incorporación de cenobios que ya tienen su funcionamiento propio,
 y otros externos como diversos acontecimientos que afectan a la 
iglesia en general, la elección de dos Papas en 1159, Alejandro III y 
Víctor IV apoyado por Federico I Barbarroja, que producirá la división 
de los abades de Cister, cuyas abadías anglosajonas, incluida la propia 
Citeaux apoyarán al segundo, hasta que los abades de Claraval y Pontigny
 le obligan a dimitir en 1161. La duración de los mandatos de los abades, 
se acorta, bien por la elección de hermanos muy ancianos, o bien porque 
son llamados a desempeñar otras labores dentro de la iglesia. Además
 los cistercienses que inicialmente se habían mantenido al margen de
 la iglesia regular, se integran en ella, multiplicándose el nombramiento
 de obispos y cardenales, así como legados papales para diferentes misiones
, como ocurre para luchar contra la herejía cátara. Todo esto, junto 
con la riqueza creciente de las abadías, hace que empiece a perderse
 el rigor de los monasterios. Los abades mas importantes y el Capítulo 
General de 1151 pide a Eugenio III una nueva aprobación de la regla,
y en 1152, la bula Sacro Santa, ratifica la Carta Posterior, que es una
 Carta de Caridad actualizada, con una recopilación de los estatutos
 de la orden. En 1169 Alejandro III, concede el privilegio de exención.
 A este respecto es interesante la información recogida sobre esta cuestión
 y que puede ser leida en la siguiente dirección (ir).
En 1262, la discrepancia entre la abadía de CIteaux y la otras cuatro
 principales, es de tal intensidad, que los abades de estas últimas 
no participan en la elección de Jaime II como abad de Cister, 
produciéndose la intervención del Papa Clemente IV para 
restablecer el orden, confiando la elección del abad de Citeaux 
solo a los miembros de la abadía. Todo esta hace que la jerarquía
 eclesiástica tenga cada vez mas poder e influencia sobre la orden.
EL concilio de Vienne de 1311 y 1312, cuestiona la capacidad de 
los abades de ser nombrados por la misma comunidad y Juan
 XXII comienza a nombrarlos abades, anulando la capacidad 
de la comunidad de monjes para su elección. Esta capacidad 
será restablecida por Benedicto XII, que había sido monje y abad
 de Fontfroide, que intenta recuperar la disciplina mediante la bula
 Fulgens sicut stella de 1335.
Clemente VI (1342-1352) desarrolla el sistema de encomienda, por el
 que el Papa nombra como abades ya no a monjes sino a miembros
 del clero secular , que estarán mas interesados por sus propios intereses
 que por el de sus abadías.
Los siguientes años, con occidente azotado por una epidemia de peste
 1335 a 1340 y por una grave crisis económica, acompañada de la
 guerra de los Cien años, permiten la desolación de las abadía e 
incluso en 1360, la soldadesca desmovilizada tras la paz de Calais, 
arrasan la abadía de Citeaux y obliga a los monjes a refugiarse en Dijon.
El Gran Cisma de 1378 divide a la cristiandad y también a las abadías
 unos de ellas apoyaran a Clemente VII y otras a Urbano VI hasta que
 el concilio de Constanza en 1414 reunifica el papado bajo Martín V
El Capítulo General de 1433, reorganiza la orden según un esquema 
geográfico en lugar del sistema de filiaciones, el de 1439 promulga 
estatutos nuevos , la Rúbricas de los definidores, que intentan imponer
 un mínimo de disciplina.
Comienzan a producirse movimientos de reforma locales o regionales
, como el de 1427, cuando Martín de Vargas, en España, quiere introduci
r mas rigor en los monasterios castellanos, produciendo una excisión no
 reconocida por el capítulo general de Cister, constituyendo la 
"Observancia Regular de San Bernardo" que tendrá mas de 50
 monasterios asociados. Se formará en Italia la "Congregación Italiana 
de San Bernardo" apoyada por el Papa Alejandro VI.
En 1494, Juan de Cirey, abad de Citeaux, reune a los principales 
abades de la orden, aprobando los dieciséis "Artículos de París", un 
programa mínimo de disciplina monacal.
A partir de 1521 la aparición de la reforma protestante, supone un 
nuevo ataque a la orden, en los Países Bajos y Alemania, los monjes 
seguidores de Lutero, abandonan los monasterios, condenándolos a 
su cierre. Enrique VIII de Inglaterra, se proclama jefe de la Iglesia
 Anglicana, suprimiendo todas las órdenes religiosas y confiscando
 sus bienes.
Las Guerras de Religión, producen la invasión de Citeaux por los
 hugonotes en 1574 y por la liga en 1598, desaparecen mas de 200 
abadías, quedando las restantes en situación desesperada desde
 el punto de vista económico y de efectivos.
El concilio de Trento dicta un decreto en 1563, para restaurar la
 disciplina en los monasterios. la orden de Cister aunque 
conserva las filiaciones, cada vez se organiza mas en congregaciones
 nacionales. Se seguirá de una etapa en la que los nuevos abades
 de Citeaux serán reformadores convencidos, promulgandose las
 "Ordenanzas de 1570" y el Capítulo General de 1584 recuerda lo que
 es la disciplina en sus Definiciones.
En 1601 el Gran Capítulo, que reune a miles de abades y religiosos,
prepara un gran proyecto de restauración, que no llega a ponerse en 
marcha. en 1606, el abad de Claraval Denis Largentier, y algunos 
abades de sus abadías filiales, sientan las bases de los que será en 1618,
 el nacimiento de la "Estrecha Observancia", a la que se adhieren otras
 abadías, pero no llegan a separarse del resto de la orden, por la oposición
 del Capítulo General. Claudio Largentier, sustituye a su tío al frente de 
Claraval, optando por una postura mas conservadora, llamada la 
"Común Observancia", conviviendo ambas reglas hasta que el cardenal 
Richelieu las unifica, al nombrar vicario general a Carlos Boucherat, 
partidario de la estrecha observancia. La división renace al morir 
Richelieu, hasta que en 1666, Alejandro VII mediante la 
Bula In Suprema, legítima la existencia de ambas observancias, 
bajo la autoridad de Cister. En 1675 nace el movimiento de la Trapa,
 con el abad Rancé a la cabeza, dentro de la estricta observancia,
 contagiando a otras abadías.
En 1766, Luis XV reune en Francia a la Comisión de Regulares, 
que controlaba a mas de doscientas abadías, pertenecientes a 

ambas observancias, emiten un informe muy crítico sobre la situación
 de los monasterios, excepto para los pertenecientes a la corriente
 trapense, incluso treinta y seis de los obispos asistentes, se pronuncian
 a favor de la disolución de la orden. No se tomará ninguna resolución,
 pero será la revolución francesa la encargada de terminar con la
 existencia de la orden en Francia.

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